sábado, 4 de febrero de 2012

Dímelo ahora, cobarde. A la cara. Como yo acostumbro a hacer las cosas. No te escondas tras un ordenador, ni si quiera tras un móvil; no te escondas tras nada. No juegues al escondite conmigo; te advierto que dicen que soy la puta hostia pillando, nene. Que con tu sobrepotencia, no vas a llegar a ningún sitio, tu inmadurez demuestra lo poquito que sabes de la vida, y tu ignorancia, lo chulo que te crees y la poca cosa que eres. Te atreviste a dejar atrás esos días en los que me entregué en cuerpo y alma a ti, en los que te di todo el amor que salía de mi corazón y el que no, en el que te regalé mis risas y mis caricias, esas que tanto decías que te gustaban. Esos días en los que nuestra canción me perseguía por todos lados, en los que el roce de tus manos era mi única necesidad para sobrevivir. Todo eso, te lo cargaste tu solito, ¿sabes? Tú y tus gilipolleces. Tú y tus problemas para diferenciar entre amor y cariño. Que me trataste bien, no lo niego. Que ahora me has echo sentir una mierda, menos todavía. Dime todas y cada una de las palabras que me escribiste ayer por tuenti a la cara, dímelas. Dime que ya no me quieres, que hay otra puta en tu vida y que todo lo que te di fue en valde. De todas maneras, ¿a ti qué coño te importa como yo me siente? Nada. No te importa nada. Todas aquellas lágrimas que derramé anoche fueron en vano; fueron derramadas por culpa de un cabronazo que me prometió una vida junto a él, que me prometió el cielo y más, que me prometió falsos compromisos que nunca llegarían. Te odio, ¿sabes? ; te odio. Ahora lo he comprendido; dicen que del amor al odio hay un paso y es verdad. Aunque, aún no sé si te he dejado de querer un poco. Pero ahora, eso a mí me da igual. Lo único que me importa, es que me digas lo mucho que odias a la cara, lo poco que me quisiste en un pasado y lo mucho que me putearás en un futuro. Dímelo a la puta cara, dímelo, ¡ahora!

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